sábado, 18 de octubre de 2008

Detrás de un libro.

Y él pasó página, con la cara escondida detrás de un libro, mientras sus células morían y los átomos colisionaban. Y ella le miraba, con una sonrisa en su cara. Pasaban los minutos, y ella seguía ahí, en el rostro del chico ensimismada. “Guapo”, le dijo ella; a lo que él levantó la mirada por encima del libro, para mirarla por un instante, pelo despeinado, sonrisa misteriosa, y luego seguir navegando a través de las páginas. El chico se preguntaba si estaba siguiendo el curso de la historia, mientras que la chica se preguntaba cuantas neuronas estarían patinando en su cabeza. Salía el sol, brillaba la luna, y los lustros se seguían. El chico detrás de un libro, ella en otro mundo. El chico, bajó un poco el libro, para que la mujer viera su mirada, mientras ella le decía “me gustan tu oreja derecha, es de elfo”. Los muebles de Ikea y la vieja casa parecían brillar ante su estrepita mirada, y a nadie le interesaba que el tiempo se parara. Él pensaba, ella bebía un vaso de agua. “Viste al asteroide pasar?”, preguntó él, con la boca abierta de asombro, y la mirada fija en sus pechos. “Diría que ha sido maravilloso”, dijo ella, al cruzarse con su mirada, ahora fija en su sonrisa, ahora fija en sus ojos. Ahora el chico confundido, ahora ella feliz. El chico detrás de un libro, ella ahora a su lado, rodeándole con sus brazos; decidieron que el sol no saldría mañana. Él detrás de un libro, y el universo seguía su curso.

1 comentario:

Guarismo dijo...

Pero el chico dejó finamente el libro, ¿no?