martes, 3 de febrero de 2009

El Guardián entre el Centeno

El pelo gris despeinado y la mirada fija, perdida en el horizonte. Labios absolutamente sellados, rostro un tanto sombrío.
- ¿Quieres que te repita la pregunta, chico?
Seguía sin decir nada, sin cambiar de postura.
- ¿No has entendido la pregunta?
Silencio.
- ¿Qué quieres ser de mayor?
De repente, el joven parece reaccionar, cambia ligeramente de postura y levanta la vista:
- Me gustaría ser un ordenador.
- ¿Un ordenador? ¿Cómo una máquina? ¿Un equipo informático?
- No, no es eso, no tiene nada que ver.
- ¿Entonces?
- A veces entras en una habitación y todo está desordenado, pero es sólo un reflejo de lo que ocurre en el interior. Ves todos los discos tirados, huérfanos de sus cajas, la ropa desperdigada por todos los rincones, cómics con hojas desgarradas, y libros tirados en el suelo, pisoteados. Y cuando ves eso, si te fijas, puedes verlo todo: todas las guerras del mundo, todas las violaciones, todos los asesinatos, todos los gritos, todo el dolor, todas las lágrimas…
(…)
“Es por eso que me gustaría ser un ordenador. Alguien que va de casa en casa, ligero de equipaje, a lugares donde las cosas están rotas y desamparadas. Y al llegar a uno de esos lugares, empezar tu misión, poner todo en su sitio; poner orden en medio del caos. Paso a paso, sin pausa y sin prisa, recoger las desperdigadas lágrimas y hacer de ellas un estanque. Y al terminar, pararme un momento, inhalar y exhalar un instante, tumbarte en algún lugar, cerrar los ojos y no pensar. No pensar y sólo sentir. Sentir que del polvo has hecho estrellas. Que todo está bien.”

4 comentarios:

Kraichek dijo...

grande

josef dijo...

Excelente. a veces ser un ordenador puede ser envidiable. Un abrazo1

Kraichek dijo...

a renovar!!!

Guarismo dijo...

¡Bravo! Breve pero bueno e ingenioso.

Un abrazo,

Miguel